* Llegó a la dependencia en 1963, entregó su vida, tiempo y esfuerzo. Hoy su dedicación y reconocimiento le permitieron recibir el reconocimiento del Gobernador
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Xalapa, Veracruz
Eva Luna Hernández |
Con 50 años en el servicio público, doña María Eva Luna Hernández asegura que el día que se retire será una fecha de satisfacción por haber servido a Veracruz desde su modesta trinchera.
Gracias a su trayectoria, disciplina, esfuerzo y constancia, Evita, como es conocida dentro de la Instituto de la Policía Auxiliar y Protección Patrimonial para el Estado de Veracruz (Ipax), ha alcanzado cinco décadas de atención y servicio a la sociedad veracruzana. Hoy tiene 73 años y espera trabajar, al menos, otros dos.
“La necesidad de un empleo me hizo llegar aquí, en 1963. Me costó como un mes poder ingresar por una recomendación que hizo de mí el coronel Suárez Domínguez, que en pase descanse”.
Hoy es la encargada de pagar a los proveedores de la institución, es cajera y recuerda haber entrado sin un sueldo precisamente, porque la corporación estaba comenzando. Sin embargo, el deseo de trabajar le permitió en breve contar con un pequeño ingreso para resolver sus necesidades básicas.
Al inicio trapeó pisos y limpió oficinas, luego selló boletos y aprendió también a tomar las huellas dactilares. Empezó a formar su archivo en una pequeña caja de cartón de jabón Julieta.
“Así empezamos porque no teníamos para papel, y de esa manera tomaba los datos de los remitidos, nombres, edad. Lo resolvía como Dios me diera entender porque la necesidad era enorme”, dijo momentos antes de compartir la mesa con el gobernador Javier Duarte durante el convivio con mujeres de Seguridad Pública, en el Cuartel San José.
La dependencia era pequeña, tanto que bastaba el sótano de las instalaciones de la Dirección de Tránsito para albergar al personal. Eran sólo cuatro personas, y ése era el inicio de una corporación que hoy alberga a miles de efectivos en todo el estado.
“Pasé luego a un departamento de dactiloscopia, aprendí a sacar la filiación, me capacité para mecanografía y fui poco a poco aprendiendo más cosas. El 19 de octubre de 1969, me pasé a un departamento donde tenía la responsabilidad de entregar los boletos a los compañeros para recaudar fondos para hacer todo lo escrito, por ejemplo, hacer el parte de novedades”.
Se dice una mujer disciplinada, le gusta cumplir y obedecer las instrucciones, porque es la base de toda ocupación. Cuando se tiene necesidad, comentó, nos adaptamos a cumplir y resolver lo que se nos ponga. “Si había que trabajar de ocho de la mañana a ocho de la noche, lo hice siempre, y la lluvia tampoco era pretexto para no llegar”.
Evita es soltera, no tiene pareja y tampoco hijos. Decidió vivir de esa manera. A 50 años de distancia, reconoció que las dimensiones que ha cobrado la corporación son incomparables, en su capacidad de operación y sus alcances.
Finalmente, dijo que su trabajo le ha permitido hacer amistades, incluso con jefes, a quienes ocasionalmente encuentra en cualquier parte de la ciudad y siempre la saludan con gusto.
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